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Mostrando entradas de 2016

FHSS

Ser una buena actriz es algo bastante útil. Ser bonita también lo es. Si eres actriz y la más bonita del mundo, a la vez que mereces un Nobel y un par de galardones sociales, mejor y peor. Protagonizar las primeras escenas sexuales en el mundillo del cine es de esas cosas que deberías poner en el currículum, aunque nunca sabes exactamente en qué parte; nunca debajo de lo de: "encarné el primer orgasmo femenino del séptimo arte". A ver si se van a pensar lo que no es. Situarlo debajo de ciertos hallazgos científicos de mediados del siglo pasado -que estás utilizando ahora mismo- puede quedar un tanto pedante; sin embargo, lo de descubrir los espectros ensanchados por saltos de frecuencia y cumplir los dictámenes de Tesla, es algo que debería destacarse de alguna manera. En vez de currículum, mejor hago autobiografía. Aunque publicar mis cosas bajo el nombre del colega este, nunca más; pero entendedlo, el hombre blanco debía saber lo que yo sabía. Luego una quiere reconocim

Sonata de otoño

Hoy estaba durmiendo y me desperté tres horas antes de lo normal. No tengo una hora normal preestablecida en la que me despierto sí o sí, ya sabéis como soy con los horarios, pero vamos a dejar eso pendiente para un futuro debate. El asunto es que estaba soñando cosas bonitas que quería que pasasen. No me preguntéis más, porque no me acuerdo. Sí sé que sería interesante que la positividad que irradiaba mi yo onírico se me contagiase un poco. Solo un poco. Llegados a este punto, os doy por introducidos a mi atmósfera prematinal y, como veo que está de moda, os voy a hablar de la parálisis del sueño también conocida como "la vieja bruja", "fantasma en la cama" u "Ori Darko: vida y obra". Os digo que es curioso porque siempre intento relacionarlo todo con los guisantitos de Mendel y, en este caso, me están fallando. Los guisantes y Mendel. Los dos. Mi madre es sonámbula. Yo noctámbula, pero eso, de nuevo, lo dejamos como tesis para otra tertulia. Desde

Passion.

Ayer descubrí a Dreyer. El pobre hombre grabró una película tan emparanoiante que ha hecho que aquí Ori Darko se cuestione sus valores religiosos. Esos que no tengo. La cosa es que en el 27 se la censuraron antes de que pudiera siquiera estrenarla. En el 28 le quemaron las diapositivas originales y se quedó el hombre destrozado por dentro. La tragedia continúa. Dreyer tenía una copia. Pero adivinad. Se la tiraron al fueguito igual que con la primera y nadie supo nada ni de él, ni de su cine más que por pequeños fragmentos de Juana de Arco llorando. Y por qué me cuestiono mi fe. Bueno, pues porque en el 81, descubrieron una copia original intacta "out of the blue"  -así como dice mi amiga yankee Lauren- en el armario de un psiquiátrico noruego. Según yo, el hallazgo derivó de algún intento de ouija o algo similar, aunque dicen que la gente en Noruega es más lista que aquí así que no sé qué deciros. El quid de la cuestión es que la mandaron a Francia, porque Dreyer era d

L.

Tiene un punto exacto en el cara izquierda del cuello, a la altura de la base, que no puedes tocar. Tiene otro en la cintura, del mismo lado, que tampoco es ni rozable. Os lo explico: le dan espasmos. Son como pequeños temblores incontrolables que nos hacen reír a las dos por igual. A mí muchísimo más, no os voy a engañar. Padece de todas las respuestas neuronales con nombres artificiosos a nivel cutáneo que os podáis imaginar, aunque no suele decirlo. Yo lo descubrí por mí misma. También descubrí que funciona como yo. Que nunca sabe el motivo que le impulsa a hacer las cosas. Que ama todo lo que no se explica y que, aún más, ama enfocarlo desde todos los infinitos ángulos hasta que da con un porqué que la satisface. Yo me conformo con muchísimo menos. Me gusta que salga música de mí cuando estoy en su medio. Se enfada cuando le digo que es mi musa, me dice que estoy loca y que me acabe la cerveza. A pesar de que lo que de verdad nos gusta beber, es vino. Pero no nos vale

Detoxificación.

Nos utilizábamos el uno al otro y con el mismo grado de intensidad. Yo lo sabía y él también. Pero empañar los cristales y beber sobre el capó por quienes nos usaban sin nuestro permiso, resultó ser catártico. Luego conducía y rozábamos la inexistencia en cada curva. Es lo menos tóxico que he experimentado nunca. Y, aunque infructuoso desde un punto de vista metafísico, lo cierto es que aprendí a mentirme hasta creérmelo. Y os prometo que lo de las gafas verdes de Descartes es lo único con sentido que dijo ese hombre. Ojalá tu realidad coincidiese con la nuestra, y ojalá la de ella también. Ojalá que él solo fuera un desconocido al que saludar en un bar y no un conocido al que esperar en el baño.

After the storm.

Hay que saber controlarse y hay que saber tocar el aura sin rozar la mecha. Lo cierto es que es aburrido no quemarse, pues el fuego tiene más facetas de las que él mismo está dispuesto a admitir y ninguna de ellas crea sin la destrucción como premisa. Pero a mí, o me condicionas o nada. No os riais, que en la praxis todos lo estáis El calor es una función importante y la luz es la variable por excelencia, siempre y cuando el arder no entre en la ecuación. Aunque, siéndoos franca: antes que desvanecerse, todo vale. Desvanecerse es lo peor y os pasa a todos, bien porque os quedáis sin gas u óleo, o porque vuestro mecanismo es defectuoso a priori. La intensidad también tiene su papel en este tipo de prosa a pesar de que yo no sepa ubicarla. La intensidad es escurridiza. La intensidad no sabe de autocontrol.

Another one that screams like you

Otra vez. Recaída. No os asustéis; pues es el mismo ciclo de siempre. Esa botella me está invocando. No tiene buena pinta. Delirium tremens, lo llaman. Quizá es delirio lo que consume aquello que las llamas protegen. No sé. Todo es posible. El otro día descubrí que las dimensiones se disuelven unas con otras. Que colisionan. Como el esperado ocaso de Andrómeda y Vía Láctea. Sinapsis. La etimología no escatima en raíces aunque las mías no llegan muy profundo. Mis hojas se caen, se dejan secuestrar por el ladrón viento. Y amanecen en prados lejanos a su seno, mientras otra deciden seguir meciéndose en brisas verpertinas. Del esperado paso de la luz al vacío.

Licensed to.

No me gusta hablar por hablar. No me gusta decir cosas que nadie necesita oír. Cuando tenía 6 años, Tolkien y Jackson me enseñaron que los ents solo dicen las cosas en su propio idioma y que además, tienden a escatimar en palabras. Más adelante, me sumergí en un paroxismo literario del que aún hoy no he salido e hice un voto de silencio parcial que mi madre se empeñó en romper desde el principio y que yo solo rompía para leer en alto. A los 8 años heredé un walkman y un cassette de los Beastie Boys y para cuando cumplí 9 cantaba todas las canciones de la cara A al derecho y al revés. Luego descubrí la cara B y tuve una epifanía con la dualidad individualista. Recuerdo que no reaccioné bien cuando me cambiaron los cassetes y lo que quedaba del bic azul -para rebobinar las cintas- por discos y un walkman que ni era walkman ni era nada. Así que empecé a hacer amigos. Algunos siguen hoy merodeando por mi medio, pero la mayoría decían que hablaba demasiado .

Hecatombe.

Y como todo lo que se ama, solo podía alejarme de ella. Aunque lo cierto es que es complejo, complicado, alejarse de uno mismo. Pues soy la brisa de aire fresco, que desata sus carcajadas tristes. Sé que si intento sacarla de mí, solo voy a conseguir perderme. Sé que si dejo de necesitarla, nunca jamás volveré a encontrarme. De ella, derivo yo. Ella oniria, yo insomnia. Sin -mi- vida, muero, sin -mi- luz, perezco.

Balada dulce de despedida.

Qué causa habrá más noble, que aquella que se llevó a Ofelia. La que precipitó a Sibyl Vane más allá de los lazos del aliento. Qué luz habrá más intensa, que la que devoraba la conciencia de Gatsby. Verde, escarlata, intuición, cromatismo, desdén. Qué sabré yo de dolor, si solo conozco el que yo misma me suscito. Lacerantes incisiones que liberan gritos de auxilio que nadie quiere oír. Qué sabré yo de amor, si todo lo que amé, lo amé sola. Mi Ligeia murió, como todas, por crueldad. Mi Cathy pereció, en lecho ajeno al de su hogar. Pero qué sabré yo de muerte sin concesión a un término rapaz. Y ahora despierta, Julieta.

Tears and blood.

Mi vista está nublada por motivos más que obvios  y las musas parecen haber perdido todo el interés en mí. El dolor escarlata está presente  como único recordatorio de que soy, aún,un ser sensorial. Y sensible. Y vulnerable. El camino fácil cada vez parece más fácil. Dudo que está vez sea igual. Tengo la certeza de que va a llevarme consigo. No quiero saber nada  y a la vez necesito conocer los prolegómenos a semejante hecatombe. Ha sido demasiado poco tiempo  y las historias que se repiten tienen un impacto más grande a medida que crece el número del episodio. Quiero salir de mí. No puedo asimilarme por completo. Se me está cayendo el cielo encima y ya no veo ni una sola luz, ni una sola nube. De nuevo no puedo respirar, pero sé que va a ser diferente, sé que Hades va a recibirme  con los brazos abiertos como siga sintiendo todo en forma de hipérbole. Los opiáceos se han terminado.

Negro es el color.

Si me decís quién soy, os prometo que dejaré de escribir en este preciso instante. Pero sabéis que no podéis, porque ni siquiera sabéis quiénes sois vosotros mismos. Lo más probable es que suene redundante. Siempre sueno a la misma nana triste con la que se disuelven todas mis ensoñaciones. Qué fácil era soñar hace unos cuantos años, casi como respirar. Ahora existo. existís: existimos, por y para recuperar la libertad de no saber. De ignorar. De volar. Mirad en lo que nos hemos convertido, un compendio de fobias, necesidades y obsesiones. Lo más triste es que ni siquiera es nuestra decisión; entendedme, hay cosas que son justificables. ¡Por el amor al arte! Ojalá fuera este el caso, la degeneración suele ser hermosa de narrar. Mas lo único cierto es que se nos obliga a funcionar, antes que a ser. ¿No creeréis que todos estamos preparados para aprender a sumar a los cinco años? Decide. No pienses. Decide. Funciona. Decide. Pierde. Decide

Rosyln.

Quise ser aquello en lo que ni siquiera podía creer. El fracaso se veía venir antes incluso de que existiese. Sobra decir, que horror se queda escaso. No voy a aceptar, la salvación que ofreces. En ella reside, sí, tranquilidad. Pero a un precio que no quiero pagar. A mí déjame, que ya no sirvo. Pues, algún día, mi dolor va a marcarte.

Solipsismo.

Nunca estuve, pues nunca fui de parecer más que de ser. Si las nubes flotan es porque no pueden, aunque quieran, arder. Las armonías se rompen solo si intentas hacer que vivan antes de morir. Todo inicio fluye ante una puerta cerrada que, a cal y canto, se niega a salir. No quisiera sonar a lo que no sueno, pero mi melodía no fluye, ya solo quiere sangrar. Quizá mi ritmo me permita estructurar aquello que ya ni siquiera se quiere amar. Como mi propio ser, que rehúye, a toda costa, el parecer, el ser, el perecer.

Resiliencia.

La dependencia es un tema, cuanto menos, escabroso. Si no es oxígeno es un opiáceo o un cretino integral. Lo cierto es que sabiendo lo que se sabe, la libertad no es más que una mera utopía, reducible y comparable con los sueños y desvaríos de Bakunin. Odio la utopías, tienden a despertar adicción en mí. Las odio, pues yo soy distópica y por mucho que os lo digan, los opuestos no se atraen. No quieren atraerse. Pero aún así, su voluntad se pulveriza. Pues la existencia de uno depende de la del otro. ¿Entendéis lo que os digo? Y aún así, albergo esperanza. Si me preguntáis cuál es el verdadero cáncer de esta nuestra hermosa suciedad, os diría que la esperanza es la metástasis personificada: no esperéis nada, porque nada nunca llega. Solo quedan los enlaces. La covalencia que estableces con tu entorno. Tu cohexistencia se ve ligada a cada pequeña brizna de hierba que pisas con desdén. No eres libre. Ella te domina. Y a mí, me condena .

Evaporación de sistemas.

He de reconocer que tiendo a olvidar las cosas que me hacen daño. Siempre quedan esquirlas, no oséis malinterpretarme. Me miento a mí misma diciéndome que, de algún modo, es la forma que tengo de aprender de mis errores: dejando pequeños trozos intactos que, por norma general, son los más afilados. Después de esta sesión de autoconvencimiento, y mientras intento cuantificar el nivel de odio que he conseguido acumular en contra de toda catarsis o ciclo, me centraré en el quid de la cuestión, el cual se basa en la ignorancia completa de las intenciones de mi memoria y mi raciocinio. Explicadme la diferencia entre engaño y advertencia, porque en mi caso ambos están sumidos en un continuo bucle cuya tangente no encuentro ni yo. Si los funcionamientos básicos vienen prefabricados, decidme qué falla en mi cadena de conjeturas para que siempre esté en el mismo punto sin salida -o sin retorno-. ¿Retroevolución? Cada pequeño cambio de variables, supone un gran giro en el resultado final,

Distopía.

Explicádmelo. Porque no tengo claro si la supervivencia es un medio o un fin. Si no debo, debo. Y si debo, no debo. Lo más probable es que -no- consiga asimilar las paradojas sin buscarles sentido. Quizá cuestionándolo todo, me pierdo cuestionándome. Cuestionándote. Deberíais dejarme salir de aquí, pero no figura entre mis derechos, un pinchazo a un inframundo cuya existencia es más incierta que la mía propia. Nadie oye las llamadas de socorro, pero todos acuden al fuego; hasta que no lo extrapolas, no lo sientes. A lo mejor, luego tampoco. Y si intentáis descifraros, plantéaos si es un medio o un fin último. Y si llegáis a una respuesta, compartidla, por favor, compartidla conmigo .

Stay low.

Dices que no, porque en el fondo, girar las tornas sí que importa en gran medida. Si no lo consigues, la respuesta varía radicalmente a un afirmativo rotundo y, como aditivo, veloz. Y la condición se transforma en premisa, y vuelves al punto inicial. No puedes evitar lo inevitable porque sabes que lo que se desea, nunca se alcanza al mismo grado al que se necesita. Sí.

Ana's song.

En mi medio, puedes disolverte o concentrarte. Las cantidades no influyen, porque las metáforas no son empíricas. Quizá si obvias lo obvio, podrías concluir con que, en este caso, la intensidad tiene más que ver. La periodicidad también juega su papel. Todo es una trama, las variantes se entretejen mientras Penélope espera a Ulises, quien hace gala de una impuntualidad más bien poco galante. Pero los personajes literarios son así. Tienen un dios. Un titiritero que los escribe. Tú te limitaste a crearme y a dejar mi obra inconclusa. Yo solo busco un final.

Oroborus.

Primero todo explotó, como imitándome, pero hacia fuera. Y las cosas nunca fueron como eran, solo se dejaban arrastrar por otras más grandes. Las flores crecían y yo florecía. Quizá todo fue hermoso y no solo un sueño. Solo una pesadilla que terminaba colisionando con el éter más intrínseco. Podría hacerme más preguntas si el tiempo no fuese un sistema cerrado. Y así, Némesis completa su eterno ciclo.

Banished.

Tú, que supiste sangrar conmigo, ya solo rehúyes mis incisiones. Las luces que se apagan siguen brillando; por su ausencia. Yacer plácidamente ya no es la pesadilla que solía ser. Ahora quema, ahora duele, solo vuela y se aleja. Antes era, ahora fue. Dime cuántas veces he de perder la vida para poder morir. Quizá si corro muy rápido yo también pueda volar. Quizá si vuelo muy alto, yo también pueda escapar. El telón se ha caído, y ya no volverá a subir. No me importa si duele, me importa si olvido. Pues los tesoros que se pierden, desaparecen en el tiempo. Pues todo perdura en el papel de aquel que lo interpreta. Pues las letras bailan, y las llamas queman versos.