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Detoxificación.

Nos utilizábamos el uno al otro y con el mismo grado de intensidad.
Yo lo sabía y él también.
Pero empañar los cristales y beber sobre el capó por quienes nos usaban sin nuestro permiso, resultó ser catártico.
Luego conducía y rozábamos la inexistencia en cada curva.
Es lo menos tóxico que he experimentado nunca.
Y, aunque infructuoso desde un punto de vista metafísico, lo cierto es que aprendí a mentirme hasta creérmelo. Y os prometo que lo de las gafas verdes de Descartes es lo único con sentido que dijo ese hombre.
Ojalá tu realidad coincidiese con la nuestra, y ojalá la de ella también.
Ojalá que él solo fuera un desconocido al que saludar en un bar y no un conocido al que esperar en el baño.

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