Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2021

Fresas.

Todo lo rosa es bonito y aunque el rojo me defina mucho más siempre hay algo bonito en diluír las cosas. Cuando me tenía dentro, mi madre se alimentaba de fresas. Fresas con leche, con yogur, con agua y azúcar, con miel,  con chocolate, con zumo de uvas y pan. Caja tras caja entraba por la puerta y caja tras caja devoraba mos. Poco después, mi abuelo enfadado por mi existencia hasta el instante preciso que me vio de lejos, empezó a plantar fresas. Los hombres tienen maneras muy enrevesadas de expresar lo que sienten, consecuencia, imagino,  del movimiento boys don't cry que tanto les gusta  y que tanto les protege. Cuando tenía 4 años yo ya sabía hacer un rego, correteaba quemándome al sol mientras Mel intentaba atarme un pañuelo con cuatro nudos en esta sorprendentemente grande cabeza que heredé de otro hombre. Rápido "Machor" me destinó al cuidado, riego y recolecta de las fresas para mamá. Las pequeñitas para mí.  Otro día "Masilor" me enseñó a apañar las pat

Metamorfosis.

Siempre quise ser volcán mandarlo todo a la mierda y erupcionar cada vez que la superficie se quede sin nada a lo que amar. Libreta tras libreta, pasaba todos los apuntes a limpio cada vez que manchaba, rompía o garabateaba inconscientemente una hoja. En la vida no puedes hacer lo mismo. Obligada a acarrear con erratas y traspiés, mis archivos nunca están limpios, nunca están perfectos, nunca son válidos. Hasta que, por narices, tienen que serlo. Bailar bajo la lluvia, te moja los pies y a veces los calcetines, comer huevos fritos con camisetas de todos los colores y solo mancharse cuando vas de blanco es la pimienta, la sal, el ajo y el vinagre de la existencia. En la mancha vive la experiencia, y en el dedo gordo del pie el equilibrio insostenible capaz de rasgar las medias. Soy volcán sin querer, soy la erupción que nadie ve. Magmática es mi calma para aquel que la prevé.

Sienes.

Quizá fuese otro de mis rollos. Culpa de mis expectativas que, a veces, se sorprenden a sí mismas. Quizá tú no seas más que las prisas por llegar, que el pánico de abrirte en canal. De los días yuxtapuestos, de las noches al revés, me quedo con que te despertabas cuando yo me acostaba y esas seis gotas pares de leche de avena que le echabas al café. Miro hacia todas partes y veo trocitos de mí regalados, esparcidos, allí donde no hay méritos más allá de la cicuta. Qué pena, qué suplicio, verte desprovista de todo lo que te hacía tú, de todo lo que era casa y muralla. Lo más probable es que no sea culpa de febrero, traerdor inevitable de desgracias, lo más probable es yo salga de aquí, que mis hojitas vuelvan a crecer donde tu Monsanto interior  se dedicó a echar sal, que las palabras de mi abuela, se pierdan en el tiempo, como los cocodrilos en tus lágrimas. "A vida é triste. Yo a veces te busco, te busco porque necesito cariño. Y tú me corres. Y yo me marcho".