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Mostrando entradas de enero, 2019

Jazmín.

Tengo la dichosa manía de ver siempre todos los posibles significados que tienen las cosas. Las que haces y las que no. Todas las opciones acompañadas de todos los caminos que estas pueden recorrer se agolpan entre mis sienes y se montan una fiesta ellas solas, rompiéndolo todo y yéndose sin fregar los vasos. Muchas veces, también se dan besos y se entremezclan entre ellas, porque su motivo de existencia es, de forma exclusiva, triturar la calidad de mis perspectivas. Y a mí me gusta fluir. Siempre. Que mis pies se deslicen solos hasta que dejen de rozar el suelo. Y esta dichosa manía mía solo me deja con la miserable opción de brindar con todas las desdichas e hipótesis. No quiero imaginar esto, pero seguro que todo esto me esculpe y me define y es siempre mejor dejar todas los cabos sueltos, aunque en las pelis no me guste nada -me guiñas un ojo desde la esquina más alejada de la habitación-. Y sé que tengo que parar de avanzar, porque el agua se torna demasiado fría cuando te

Espejo.

Soy mis propios ojos, a veces me veo tal y como soy y otras, tal y como quiero ser. Sangro en compases alternos, pero procuro utilizar el carmesí para todo; paredes, luces, labios. Fuera de mí, no veo nada, en la penumbra todo es posible y no me gusta limitar. Te. Nunca digo lo que pienso, solo cuando duermo acabo las frases que nunca empiezo. También cantando digo cosas aunque para saber dónde buscar necesitas más de lo que tienes. Lo que nunca debes creerte son mis gritos, pues lo único que quieren decir es: "me duele". Porque, al final, soy musa y soy mortal.

Camelia.

Me paso el día soñando despierta, Morfeo se empeña en mirarme siempre a deshora y matarme dentro de mi propio letargo. Y a veces también fuera de él. Pienso en cómo mejorarlo todo -para ti- y, aunque no quieras verlo, te prometo que es fácil y solo se derramará un mínimo de sangre, pero alguien siempre tiene que morir y no siempre voy a ser yo. Va en contra de las leyes de la probabilidad por lo menos, ¿no? Pero qué bonito es pensarte fuera de tu jaula, girándote solo para revivir la epifanía de descubrir la llave debajo de tu lengua. Eres yo. Tu cárcel es mi cárcel. El paralelismo más jugoso de la historia. Y el más trágico. Sé que un día te veré aparecer de la nada y no te darás miedo. Y ya no sé si podré esconderme de tu mirada perdida, creo que un día de estos vas a verme desnuda de verdad. Y nadie te ha invitado a entrar. No aquí.