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Mostrando entradas de abril, 2019

Mariposa.

Me ha resultado muy difícil llegar a este punto y lo cierto es que he estado en él mil veces. Bajo en influjo de la misma canción y emanando el mismo efluvio que tu cadáver descomponiéndose en mi hemisferio izquierdo. Por qué tanta intuición para lo que no hace falta y tan poca para el pozo. Te juro que aún no me has visto, aunque a estas alturas, mi médula es tuétano sólido, la sangre se me revuelve entre aurícula y aurícula cada vez que te oigo pasar por detrás de mí. Quizá el coma sea la tierra prometida. Quizá decir adiós no te cueste nada. Cerradme. Adiós.

Amapola.

Quisiera ser capaz de despegarme el desarraigo es la meta más aún desde que lo dejé todo ahí abajo contigo, desde que destruí el medio y el preludio, dejando de perder tiempo y centrándome en los principios, y en tu final. Me gustaría desahuciarte, tirarte al agua, sin pensar en hasta dónde puedes salpicarme, verte desembocar en el mar y enredarte con las algas comprobar, al fin, que ni siquiera la muerte puede morir. Calada y trago, la barbilla hacia arriba a más velocidad que una canción por párrafo, más rápido de lo que huyes; quítame las gafas y desnúdame mientras me dices lo de siempre porque mientras tú mismo te encarcelas, yo sigo siendo aire.