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Mostrando entradas de octubre, 2018

Boreal.

Soy casa para ti, soy la luz verde al otro lado del lago. Como guía y como faro, refugio a todos excepto a mí. Sangro a destempo, la hiedra corre por dentro de mis venas intentando colonizar lo poco que has dejado sin mácula, bajo hipnosis y rabia. Entre tus costillas vivo yo, y aunque no puedas oírme -nunca- siempre canto contigo, escuchando las únicas partes de ti que solo se sienten desde dentro. Me ahogo cada vez que lloras, incluso cuando no te dejas, incluso cuando no lo notas. Tu conciencia es un hierro al rojo vivo, que desvía a todo lo que intenta entrar menos a mí. Yo ya estoy dentro.

Ópalo

Mi mera existencia es una involución para la especie. Soy el sujeto débil del que habla Darwin.  Si os hablase de mi suerte, la pasión de Juana de Arco os parecería cosa de niños; siempre me caigo y cada vez peor. La irregularidad de los terrenos por los que me muevo me está dejando sin pies y los suelos solo los siento con la cara. Siempre me topo con lo que no quiero ver.  Delante de mis narices, pasando desapercibido e inequívoco, trazándose sobre la única trayectoria en la que no se me ocurrió pensar.  Las tangentes se me dan mal así que de nuevo, siempre me escapo mal. Condenada, como Ícaro, a quemarme como fin. A subir para bajar. Y, del mismo modo que la lluvia fue creada para caer,  tú has nacido para matarme, y yo para morir. Quizá ella conduzca.

Felino.

He lidiado con cosas que tú no podrías soportar. Conflictos y contactos horribles que abruman a la minoría de momentos felices. Que aun así existen y se enquistan como espinas bajo el abrasador roce de la cámara y de la bovina que los repite y rota sin poder parar. Vida es ciclo y circo es vida. Como payasos sin nariz bailando al ritmo de mis espasmos, de tus orgasmos y pequeñas muertes que suceden y se mecen mientras haces sonar a lo que no tiene voz. No quieras que quiera seguir así. Oculta entre agujas y serrín, siendo el vómito del olvido que impregna tu almohada de olor a vino.

Estertor

Nunca paro de pensar. Mi mente es un vórtice, una convergencia de veneno que yo misma me inyecto sin saber parar. A mil por minuto y sin líquido de frenos. En ti casi siempre pienso. Y entre lágrimas y truenos, veo cómo se te traga tu propia estrategia. Y no te gusta irte a pique. No recuerdo la última vez que dormí bien. Me amenazas por las noches con hacer lo que siempre haces, como si fuera la primera vez. Es inútil la espera, es cobarde, es incierta. Hay algo que se esconde detrás de ti, y con un silencio sepulcral, se ciñe a tu espalda arrancándote la piel del cuello a mordiscos. Oscura y firme se desplaza la ternura del olvido. Accede a mí, a través de cera y vino. Elige siempre el menos transitado, no sigas las huellas torturadas de otros huracanes. Camina, caminas, camino. Destrucción del sentido, hacia abajo, a besos. Y conmigo.