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Mostrando entradas de enero, 2018

Miel

Hay almas pequeñas, como la tuya. No quiero tu prosa, solo deslízate sobre mi piel siempre amarga, siempre ambiciosa. Hay pájaros violentos que siembran en la ira su miedo insustancial, que confiesan su mortalidad a todos los vientos. He saboreado la hiel en los nudillos que se aceleran al precipitado impacto con el ladrillo cruel. Hay pájaros heridos, siempre buscando nido, necesitando olvido y anhelando lo prohibido. Tú estás en los detalles, defines átomo y marfil, carcomes frente y perfil, no pares. Hay pájaros vacíos recorriendo laberintos que no fueron trazados para ser acabados. Vísteme con humo que si no se disipa, no me gusta, solo irrita. Hay manos pequeñas, como las mías.

Atropa Belladonna

Tengo tantos sueños que no puedo dormir. Las musas han vuelto a mí a través del humo. Respiro a duras penas, inhalo lo que dejas. Quisiera no depender de todo lo que adulo. Me trago mi propio veneno y me retuerzo entre rejas. Si me sostengo, no te asumo. Solo dime si te quedas, solo quítame esta niebla.

Spanish leather

Mi aliento quema como la ira del volcán. El ruiseñor acude a la llamada de las ramas, mientras la vida irrumpe rompiendo las cáscaras. (Cielo, cielo, dime por qué lloras. Cielo, cielo, dime por qué lloras). Mis ojos fluyen como frías cascadas. Ese día me pediste mi muñeca y me la devolviste meses después, como nueva, pero sin alma. (Fuego, fuego, dime por qué la quemas. Fuego, fuego, dime por qué no arde). Mi aliento quema como la ira del volcán.

Nana

Cuando era joven y temía al mundo, mi madre solía cantarme una canción. Hablaba del lugar adonde vas cuando tu vida en esta tierra se convierte en ladrillo, hierro e infierno que ayer no había, y hoy dos. La incapacidad a veces, se dilucida. Y nos vemos de nuevo en esta senda, lejos del antagónico sollozo de la esperanza como soluto. Y levantarse es más difícil hallándome en esta habitación llena de recuerdos rotos y acordes entrecortados. Se dirá la verdad, pero no soy el enemigo. Me he puesto tus zapatos, rasgo el suelo como tú las almas. Pero llegué a darme cuenta de que yo en lo real, no era nada. Así que dime, ¿por qué decidiste apoyarte en un hombro que estaba cayendo? Entiérrame a tu lado, pues el cambio siempre amenaza a los que tienen miedo. Tengo fe en la soledad y no puedes quitarme eso. Tengo fe en la destrucción, aunque me quede sin pretexto. Tengo fe en el abismo que me mira inconexo, pues solo ve lo que atisba el empañado espejo. ¿Y no

Eurídice

Se está clavando agujas en la garganta otra vez, Es un pecado delicioso verte sucumbir ante el ruido de todas tus piezas cayendo, en una armónica caótica, en una tragedia sin victoria. Hay naturalezas que no sucumben a las plagas. Puedo demostrártelo, veo a través de ti. No sin perder matices, no sin que la corriente de agua erosione también esto. Ojalá tus huesos se desintegren con los míos. Que las sirenas no cantan por cantar, cantan por catarte, por cazarte. Déjate llevar por una vez. Aunque creo que ya es tarde.