Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de marzo, 2018

Esmeralda

Tus miedos son reales. Tus miedos son reales. Tus miedos son reales. Me torturo, siempre. En pasado, presente y futuro. No quiero decirte esto. No quiero decirte esto. No quiero decirte esto. Lates como el cáncer informando de que estás donde estás cuando toda cura se vuelve letal. Hablar es barato. Barato. Barato. Brillas por tu ausencia, eres un cuchillo que roza con su filo el ennegrecido hilo que te sostiene en vilo ante el profundo abismo que separa al que muere de lo vivido. Quiéreme. Quiéreme. Quiéreme bien. Te lo contaré todo cuando mis pestañas atraviesen, húmedas y frías, la fina tela del sudario que fallará en cumplir su por qué.

Treat

La sangre es el camino al alma a capa y espada, entre pared y daga, las rutas cambian y la luz se apaga. Un veredicto sin juicio, una sentencia sin esbirro, condénote al olvido y al yunque adormecido del poderoso suspiro que arrebata las esencias arraigadas en el ser. Se ciñe sobre él como una sombra camina a su lado en silencio, expectante siempre al cambio, al solsticio que sumergirá en un coma inconcluso a la inmaculada virtud de la astucia. Perdono y olvido, rezo y concluyo.

Quien bien te quiere.

Hay heridas en mí, hay lesiones en abismos recónditos, vienen de la nada, pues la nada son, y solo lloran cuando quiero oírlas, cuando las admito. Cansada de tus rebotes, varada en una playa sin agua capaz solo de observarte, concentrada, en tu afanosa tarea. Trozo a trozo vas cogiendo lo que quieres, lo que no quieres en mí, y en su lugar dejas que habite la acidez de la sal. Y mientras me agazapo, abrazando mis rodillas, en una esquina de la celda que tanto amas, una sonrisa de satisfacción se atreve a delatarte desde detrás de tu máscara.

Carta a Astaroth

Nada dura. Siento mucho tener que estar matándonos antes de tiempo, pero la paranoia gana y los equilibrios son muy inestables. Sígueme, te sacaré de esta nube. Con cada frase que nace de mí, necesito borrar dos y así me voy vaciando. Necesito el drenaje más que el licor. Ya no ardes lo suficiente, ya no quemas sin aliciente. Mi piel es fina, mis brazos son débiles, mi pelo es frágil, pero mis rodillas, a raíz de caer una y otra vez, son más fuertes que tu ego. ¿Qué esperabas de mí? Es un domingo triste. Para Vincent, la tristeza nunca llegó a acabarse. Para mí, todo acaba. Tú también.

Estigma

Camino, dibujo mi trayectoria con dos décadas de tinta, con mi sábana mortuoria agitándose a espaldas de puertas que solo gritan. Y la esperanza, cancerígena, con su constante amenaza agita su espada y flagela al ideal de sol que se aventura entre barrotes de dolor, que penetra la jaula invisible que me mantiene a oscuras, entre tinieblas y conjeturas. Que no me quiero, solo me mato, clavándome las uñas, huyendo de la luz, hundiéndome entre navajas, siendo suave, siempre suave, siempre blanca y sucumbiendo en un mar escarlata que nace y mancha, que fluye y emana la misma voz que me llevaba a oniria cuando todo era más simple, cuando la única función de la sangre era arremolinarse en mis mejillas ante la esperada oferta de algo dulce a cambio de silencio.