Ir al contenido principal

Resiliencia.

La dependencia es un tema, cuanto menos, escabroso.

Si no es oxígeno es un opiáceo o un cretino integral.

Lo cierto es que sabiendo lo que se sabe, la libertad no es más que una mera utopía, reducible y comparable con los sueños y desvaríos de Bakunin.

Odio la utopías, tienden a despertar adicción en mí.

Las odio, pues yo soy distópica y por mucho que os lo digan, los opuestos no se atraen. No quieren atraerse.
Pero aún así, su voluntad se pulveriza.
Pues la existencia de uno depende de la del otro.

¿Entendéis lo que os digo?

Y aún así, albergo esperanza. Si me preguntáis cuál es el verdadero cáncer de esta nuestra hermosa suciedad, os diría que la esperanza es la metástasis personificada: no esperéis nada, porque nada nunca llega.

Solo quedan los enlaces.

La covalencia que estableces con tu entorno.

Tu cohexistencia se ve ligada a cada pequeña brizna de hierba que pisas con desdén.

No eres libre.

Ella te domina.

Y a mí,
me condena.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Quién?

Suenan, no las ves. Hace tiempo que se fueron a sitios con más gente, con más luz, con más. ¿Es esto vivir? Ver a otros avanzar mientras tú  sigues siendo la red que espera para salvar, de fatídico golpe mortal, la nuca de quien solía acunarte. Ya no te miran, ya no te ven, escurridizas son sus mentes cuando se escudan en su nuevo lugar, donde no hay  ya hueco  para nadie más. Y tú, no has dejado de ser quien siempre acude al llamado  de quien necesita aire, calor, amor, odio, dolor, sabor. Quizá debas buscar tú también, un pequeño rincón donde todo funcione. Donde no hagan falta calzadores ni imperdibles. –Quizá deba crearlo, utilizaros a todos como combustible, veros arder por una vez desde el otro lado mientras  con mi jaula ignífuga me deshago de todo resto de humanidad que algún día me hizo madre, mujer y amiga–.

Hecatombe.

Y como todo lo que se ama, solo podía alejarme de ella. Aunque lo cierto es que es complejo, complicado, alejarse de uno mismo. Pues soy la brisa de aire fresco, que desata sus carcajadas tristes. Sé que si intento sacarla de mí, solo voy a conseguir perderme. Sé que si dejo de necesitarla, nunca jamás volveré a encontrarme. De ella, derivo yo. Ella oniria, yo insomnia. Sin -mi- vida, muero, sin -mi- luz, perezco.

Quien bien te quiere.

Hay heridas en mí, hay lesiones en abismos recónditos, vienen de la nada, pues la nada son, y solo lloran cuando quiero oírlas, cuando las admito. Cansada de tus rebotes, varada en una playa sin agua capaz solo de observarte, concentrada, en tu afanosa tarea. Trozo a trozo vas cogiendo lo que quieres, lo que no quieres en mí, y en su lugar dejas que habite la acidez de la sal. Y mientras me agazapo, abrazando mis rodillas, en una esquina de la celda que tanto amas, una sonrisa de satisfacción se atreve a delatarte desde detrás de tu máscara.