Ir al contenido principal

Clavículas.

Me digo siempre las cosas primero a mí misma.
Siempre las mismas cosas.
Siempre en el mismo espejo.

Acto seguido, te las digo a ti,
en el reflejo
de lo que te enseño y lo que me dejo.

Tengo las uñas más largas que nunca,
lás costillas más apretadas que antes,
muchas cosas me las he dejado en ti
y todas las demás han cambiado,
se han adaptado a la adversidad
que reside en confiar,
en necesitar
solo
de lo que falta.

Se me vacía el estómago por pensarte,
estoy matándonos
para que se me vaya la mente en hablarte.

Aléjate de las líneas de fuego,
de las esdrújulas limitantes
pero quédate cinco minutos más
cantando al escucharte.

Voy a encender otro cigarrillo,
espero de verdad que no me estés oyendo.

Quiero saber qué harías si todo volviese a ti,
si todos los equilibrios que rompes,
se vengasen a la vez
precipitando también a tus hombros
hacia la peligrosa proximidad del subsuelo.

Estoy enamorada de los hombres que se mueren,
de las mujeres que renacen,
de lo que me vas haciendo.

Estoy enamorada y tirada en la arena,
he hecho todo lo que he podido.

Hazlo divertido
y no confíes en nadie,
pero ponme en tu película.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Quién?

Suenan, no las ves. Hace tiempo que se fueron a sitios con más gente, con más luz, con más. ¿Es esto vivir? Ver a otros avanzar mientras tú  sigues siendo la red que espera para salvar, de fatídico golpe mortal, la nuca de quien solía acunarte. Ya no te miran, ya no te ven, escurridizas son sus mentes cuando se escudan en su nuevo lugar, donde no hay  ya hueco  para nadie más. Y tú, no has dejado de ser quien siempre acude al llamado  de quien necesita aire, calor, amor, odio, dolor, sabor. Quizá debas buscar tú también, un pequeño rincón donde todo funcione. Donde no hagan falta calzadores ni imperdibles. –Quizá deba crearlo, utilizaros a todos como combustible, veros arder por una vez desde el otro lado mientras  con mi jaula ignífuga me deshago de todo resto de humanidad que algún día me hizo madre, mujer y amiga–.

Hecatombe.

Y como todo lo que se ama, solo podía alejarme de ella. Aunque lo cierto es que es complejo, complicado, alejarse de uno mismo. Pues soy la brisa de aire fresco, que desata sus carcajadas tristes. Sé que si intento sacarla de mí, solo voy a conseguir perderme. Sé que si dejo de necesitarla, nunca jamás volveré a encontrarme. De ella, derivo yo. Ella oniria, yo insomnia. Sin -mi- vida, muero, sin -mi- luz, perezco.

Quien bien te quiere.

Hay heridas en mí, hay lesiones en abismos recónditos, vienen de la nada, pues la nada son, y solo lloran cuando quiero oírlas, cuando las admito. Cansada de tus rebotes, varada en una playa sin agua capaz solo de observarte, concentrada, en tu afanosa tarea. Trozo a trozo vas cogiendo lo que quieres, lo que no quieres en mí, y en su lugar dejas que habite la acidez de la sal. Y mientras me agazapo, abrazando mis rodillas, en una esquina de la celda que tanto amas, una sonrisa de satisfacción se atreve a delatarte desde detrás de tu máscara.