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Índigo.

Hay dentro de mí
cosas que yo nunca he cultivado
y sin quererlo bebí
el vinagre por agua que le diste a mi yo sediento.

Poco a poco sale de mí
con gotitas de sangre y algo más
con tu pelo, tus vaivenes,
con tu caminar 
quizás.

El picor en la nariz,
la mueca y el mohín,
escaparía de entre tus costillas
si tus manos no pellizcasen
incansables
mis cuchillas.

Húndeme en pólvora,
en hollín,
en todo lo que quieras,
solo el molde de mis rodillas,
de mis mejillas,
de mis cosquillas,
todas enrojecidas
podrá rescatarme
de este entorno al que humillas.

Lastímera vuelta al punto de partida,
al tatuaje de tu espalda,
adonde ya no queda vida.

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