Una puede encontrarse odiando lo que todos aman.
En esta clase de aprietos es preferible que no opines, pero si te obligan a confesar: no lo hagas.
Es mejor vivir siempre tranquilita, escondida bajo la mentira y aterrorizada por ese fatídico día en que metas la pata y se te descubra el pastel.
Todo esto te lo enseñan en primero de "cómo hacer de tu vida una farsa". Es troncal. Aunque el verdadero secreto me parece, más bien, cómo conseguir lo contrario. Eso no te lo explican ni en Youtube.
Odiar es fácil. Querer duele más, pero también es fácil. Querer está más allá del bien y del mal.
La verdadera dicotomía es hacer ambas cosas a la vez y la realidad es que, quitando las alcaparras, me pasa con todo.
Pero hay algo mucho más difícil de llevar que todo esto. Y es que el vacío, por tentador que parezca mirándolo bajo la perspectiva del pánico al sentir, no se anda con chiquitas. El vacío es corrosivo. El vacío es difícil.
Menos mal que no sabes de qué estoy hablando porque qué corte. Quizá algún día tú también consigas descifrarte.
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