Me digo siempre las cosas primero a mí misma.
Siempre las mismas cosas.
Siempre en el mismo espejo.
Acto seguido, te las digo a ti,
en el reflejo
de lo que te enseño y lo que me dejo.
Tengo las uñas más largas que nunca,
lás costillas más apretadas que antes,
muchas cosas me las he dejado en ti
y todas las demás han cambiado,
se han adaptado a la adversidad
que reside en confiar,
en necesitar
solo
de lo que falta.
Se me vacía el estómago por pensarte,
estoy matándonos
para que se me vaya la mente en hablarte.
Aléjate de las líneas de fuego,
de las esdrújulas limitantes
pero quédate cinco minutos más
cantando al escucharte.
Voy a encender otro cigarrillo,
espero de verdad que no me estés oyendo.
Quiero saber qué harías si todo volviese a ti,
si todos los equilibrios que rompes,
se vengasen a la vez
precipitando también a tus hombros
hacia la peligrosa proximidad del subsuelo.
Estoy enamorada de los hombres que se mueren,
de las mujeres que renacen,
de lo que me vas haciendo.
Estoy enamorada y tirada en la arena,
he hecho todo lo que he podido.
Hazlo divertido
y no confíes en nadie,
pero ponme en tu película.
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