Me invento sentimientos dentro de mi cabeza
que no existen,
pero que sí se sienten.
Es todo siempre un proceso de deducciones
extenuantes,
inútiles,
vacías
y que no llegan a ningún puerto.
Solo saben quedarse estancadas,
arremolinadas,
siempre cerca y nunca lo suficiente.
Que me da a mí que voy a tener los pies helados para siempre.
Que ocultarme de todo es un escudo imaginario.
Me gustarían muchas cosas.
Verte aparecer en el preciso instante en que la copa se vacía.
Parecer siempre distante, fría, pero a la vez expectante ante un posible cambio que nunca llega.
Y quedarme a hablar. Pero de nuevo hay alguien más escuchándonos.
Mejor llama a emergencias, que mi consciencia me retiene como rehén.
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