Escribo sobre odio
y heme aquí,
sin odiar a nadie.
La paradoja con piernas
que camina amando entre discordia.
El oxímoron excitado
que se desliza por el sumidero.
Voy a querer pensar que,
como el vino,
eso de odiar va a ser un gusto adquirido.
Pero odiar con sentido,
contradiciéndome con Psique:
el constante recordatorio de mi condición humana.
El azúcar me aburre rápido,
como tú,
con tus eternas vueltas centrípetas
aunque no mucho.
Tú tiburón y yo presa,
pero las crías también crecen
y a veces, sin saberlo,
son orcas.
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