Hay almas pequeñas,
como la tuya.
No quiero tu prosa,
solo deslízate sobre mi piel
siempre amarga,
siempre ambiciosa.
Hay pájaros violentos
que siembran en la ira
su miedo insustancial,
que confiesan su mortalidad
a todos los vientos.
He saboreado la hiel
en los nudillos que se aceleran
al precipitado impacto
con el ladrillo cruel.
Hay pájaros heridos,
siempre buscando nido,
necesitando olvido
y anhelando lo prohibido.
Tú estás en los detalles,
defines átomo y marfil,
carcomes frente y perfil,
no pares.
Hay pájaros vacíos
recorriendo laberintos
que no fueron trazados
para ser acabados.
Vísteme con humo
que si no se disipa,
no me gusta,
solo irrita.
Hay manos pequeñas,
como las mías.
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