Siempre quise ser volcán
mandarlo todo a la mierda
y erupcionar
cada vez que la superficie
se quede sin nada a lo que amar.
Libreta tras libreta,
pasaba todos los apuntes a limpio
cada vez que manchaba,
rompía
o garabateaba
inconscientemente
una hoja.
En la vida no puedes hacer lo mismo.
Obligada a acarrear con erratas y traspiés,
mis archivos nunca están limpios,
nunca están perfectos,
nunca son válidos.
Hasta que, por narices, tienen que serlo.
Bailar bajo la lluvia,
te moja los pies
y a veces los calcetines,
comer huevos fritos con camisetas de todos los colores
y solo mancharse cuando vas de blanco
es la pimienta,
la sal,
el ajo y el vinagre
de la existencia.
En la mancha vive la experiencia,
y en el dedo gordo del pie
el equilibrio insostenible capaz de rasgar las medias.
Soy volcán sin querer,
soy la erupción que nadie ve.
Magmática es mi calma
para aquel que la prevé.
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