Piel con piel
y lo que tendría que ser bien,
se siente como terapia de choque.
En vez de cosquillas,
cuchillos.
No importa cuánta lava pueda producir,
tu hielo sigue siendo más denso.
Tú sigues blindado e inaccesible.
Y me preguntas que qué me pasa.
Que por qué empapo la almohada.
Que por qué huelo tan bien después de tanto whisky.
Que por qué soy tan bonita.
¿Por qué estoy tan podrida?
Si al final todo acaba igual:
el zumbido de tu bragueta, tu espalda y vuelta a empezar.
Nos acabaremos cuando se acabe.
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