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Camelia.

Me paso el día soñando despierta,
Morfeo se empeña en mirarme siempre a deshora y matarme dentro de mi propio letargo. Y a veces también fuera de él.

Pienso en cómo mejorarlo todo -para ti- y, aunque no quieras verlo, te prometo que es fácil y solo se derramará un mínimo de sangre, pero alguien siempre tiene que morir y no siempre voy a ser yo.
Va en contra de las leyes de la probabilidad por lo menos, ¿no?

Pero qué bonito es pensarte fuera de tu jaula, girándote solo para revivir la epifanía de descubrir la llave debajo de tu lengua.
Eres yo. Tu cárcel es mi cárcel. El paralelismo más jugoso de la historia. Y el más trágico.

Sé que un día te veré aparecer de la nada y no te darás miedo.
Y ya no sé si podré esconderme de tu mirada perdida, creo que un día de estos vas a verme desnuda de verdad.
Y nadie te ha invitado a entrar.
No aquí.

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