Veo morir a todo el mundo antes de tiempo.
Después del primer apretón de manos -ese que lo determina todo-, ya estoy pensando en el color del que se tornará tu piel cuando la sangre no corra por debajo de ella.
Y ahora que lo pienso, estar vivo no te sienta bien. Lidias mal con todo y le tienes pánico a la inestabilidad. Y yo te digo: no hay nada más estable que un foso; a no ser que vivas en Nueva Orleans que no es el caso y aquí tornados tampoco hay. Qué miedo cadáveres volando. Y más el tuyo. Mal augurio asegurado.
Un día de estos tienes que confirmarme que te gustan las margaritas y los tulipanes. Que con ese aire de optimista elitista de mierda que llevas, seguro que son tus flores favoritas.
La gente que se incinera me cae bien.
Suficiente explotación laboral sufren los descomponedores primarios ya.
Y la tierra no necesita más mierda, así que podría ser una buena opción en tu caso. Y las cenizas por el retrete como en la peli esa.
No hay tumba que pueda mantenerte bajo tierra. Estarás siempre en cada ventana y en cada calle que gira, atormentándome como Cathy a Heathcliff.
Por intentarlo no pierdes nada; un ataúd de ébano te quedaría bien. O quizá de caoba.
Me gusta la muerte.
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