La desgracia se propaga por el agua
a la misma velocidad de tu partida,
se arremolina entre dagas
que asesinas admiran
a la lluvia caer antes
de que empiece a llover.
Esta guerra es un prólogo inconcluso
una balada triste
que amenaza con mantenerte recluso
de los pecados que viste.
Enviarán sus condolencias
duques podridos,
reyes mimados
y ecos vacíos,
me oiré buscarte
aprentando puñados de arena
solo para ver su recurrencia.
Encontraré de todo menos el éxtasis.
Muerte, luz y sombra,
ira, paz y penumbra.
Nada que no persigas,
nada que no vivas.
Nada que no sujete el gigante Atlas,
que con ayuda de Axis,
te permite negarme
y aún así girarte,
para verte marchar.
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