Nunca estuve,
pues nunca fui de parecer
más que de ser.
Si las nubes flotan
es porque no pueden,
aunque quieran,
arder.
Las armonías se rompen
solo si intentas hacer que vivan
antes de morir.
Todo inicio fluye ante una puerta cerrada
que, a cal y canto,
se niega a salir.
No quisiera sonar a lo que no sueno,
pero mi melodía no fluye,
ya solo quiere sangrar.
Quizá mi ritmo me permita estructurar
aquello que ya ni siquiera se quiere
amar.
Como mi propio ser,
que rehúye,
a toda costa,
el parecer,
el ser,
el perecer.
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