La dependencia es un tema, cuanto menos, escabroso.
Si no es oxígeno es un opiáceo o un cretino integral.
Lo cierto es que sabiendo lo que se sabe, la libertad no es más que una mera utopía, reducible y comparable con los sueños y desvaríos de Bakunin.
Odio la utopías, tienden a despertar adicción en mí.
Las odio, pues yo soy distópica y por mucho que os lo digan, los opuestos no se atraen. No quieren atraerse.
Pero aún así, su voluntad se pulveriza.
Pues la existencia de uno depende de la del otro.
¿Entendéis lo que os digo?
Y aún así, albergo esperanza. Si me preguntáis cuál es el verdadero cáncer de esta nuestra hermosa suciedad, os diría que la esperanza es la metástasis personificada: no esperéis nada, porque nada nunca llega.
Solo quedan los enlaces.
La covalencia que estableces con tu entorno.
Tu cohexistencia se ve ligada a cada pequeña brizna de hierba que pisas con desdén.
No eres libre.
Ella te domina.
Y a mí,
me condena.
Comentarios
Publicar un comentario