Casi todo lo malo de mi vida empieza con tu nombre. He cuidado de mí misma y de todo el mundo desde los once años, cuando aquel tipo casi se me lleva consigo a las ocho de la tarde, cuando casi me mata un coche y todos los viernes, cuando, aún ahora, consumes a mamá poco a poco. Un día caminé los dieciséis kilómetros que separan mi piso de tu casa y no estabas. Ya habías cambiado la puerta que te tiramos acelerando el coche, ahora verde oscuro, color putrefacto como tú. Te dejé una nota y te enfadaste mucho como cada vez que te dicen la verdad, imagino que eso es algo común en todos los hombres, no lo sé lo único que te debo es mi carencia de referentes. De verdad que intenté destrozarte, con todas mis fuerzas imitando tus manipulaciones, tus peripecias, tus piruetas legales; al fin y al cabo, la mitad de mí eres tú por mucho asco que eso me dé. Pero, no sé gracias a quién -o sí-, resulté no estar cortada por el mismo patrón de mierda que te compone como persona, y la tata siempre me d...
Hombre lobo hombre.