Intento no mirar las hojas caídas,
al fin y al cabo,
el árbol solo estará desnudo 60 días.
Y sus noches.
Senderos poco transitados
y el viento que no perdona,
acompañan a los pulsos
que
insufribles
nos asolan.
Rítmico y constante
de vis a vis,
a milímetros de distancia
de lo que hay debajo del suelo.
Brotan de mí
las esporas que nunca te llegan,
engañosas y dispersas,
se adhieren a tus piernas
que
impasibles
avanzan siempre en la dirección errónea
haciéndome retroceder aún más
hacia el núcleo de lo que
nunca
me perdona.
La parte dentro de mí que se dedica a amar
está cansada,
oxidada
y
casi seguro
caduca.
Espero que llueva pronto.
al fin y al cabo,
el árbol solo estará desnudo 60 días.
Y sus noches.
Senderos poco transitados
y el viento que no perdona,
acompañan a los pulsos
que
insufribles
nos asolan.
Rítmico y constante
de vis a vis,
a milímetros de distancia
de lo que hay debajo del suelo.
Brotan de mí
las esporas que nunca te llegan,
engañosas y dispersas,
se adhieren a tus piernas
que
impasibles
avanzan siempre en la dirección errónea
haciéndome retroceder aún más
hacia el núcleo de lo que
nunca
me perdona.
La parte dentro de mí que se dedica a amar
está cansada,
oxidada
y
casi seguro
caduca.
Espero que llueva pronto.
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