Ay, alma mía, cómo voy a salvarte si cada vez que te miro, te tiras. Que entre terribles visiones me muevo, me desplazo, buscando lo que nunca consigo, lo que siempre es nuevo. Ay, despertares perdidos, cómo voy a buscaros, si todo lo que me dais, lo acabo desperdiciando. Cambias y cambias, de primavera a enero, desapareces de mis calles escondiéndote en mi cuello, delator, roto y muerto. Ay, luz desmedida, no me quites, por favor el veneno que mi garganta ansía.
Hombre lobo hombre.