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Disidencia.

La humanidad está perdida.

Siempre tiendo a pensar que las personas son buenas por naturaleza aunque predico todo lo contrario. Y siempre me llevo la bofetada.
Y el puñetazo.
Y la caída.
Y la patada.

Tengo que hacerme más caso cuando me digo las cosas. Por conservar la cara más que nada, que ya bastante perdida la tengo.

Todo el mundo mira por su interés personal y todo el mundo está con todo el mundo porque puede sacar algún tipo de beneficio de él: que si estabilidad, que si autoestima o que si cubatas. Hay relaciones que se basan en los cubatas. O en los porros.

Todas las relaciones tienen un punto de toxicidad en ellas, más o menos ponzoñoso, pero tóxico al fin y al cabo. 
La meta es cambiar eso, y no dejarse dominar por la idea de que no es posible, pero lo que es, es.
Y yo, ni lo estoy, ni quiero estar en contra de los intereses personales de cada uno, si te beneficia votar a quien votas, vótalo. Total, el individualismo te va a expropiar tu propio culo antes o después.
Quizá el próximo peldaño de la evolución humana esté fundamentado en la soledad. 
Quizá hasta te reproduzcas solito como las setas algún día. 

La ansiedad me consume viva todos los días.
Desde que me levanto -pensando en lo mismo todos los días-, hasta que me acuesto -pensando en lo mismo todas la noches, lo que además, es lo mismo que lo de las mañanas-, intento rebatir todas las ideas que, en mí, ya son constantes. 

La lealtad está perdida y eso es malo.
Porque la fidelidad es una puta mierda, pero la lealtad nos necesita.
No mires a otro lado, no te quedes.
Somos la contracorriente personificada, quizá deberíamos cambiar.

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