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Espalda.

Creo que he nacido para valorar la felicidad del prójimo,
para admirar la lágrima que colma el vaso
incluso cuando la sequía es consonante.

¿Dónde está Dios?

Las orejas van a caérseme
o las ojeras
o eso de lo que ya no queda,
ialma estúpida y escurridiza.

¿Cantaban uno o lo hacían dos?

La noche es la constante,
el suelo nunca se hunde después de comer,
grillo y murciélago,
borracho y sin sendero,
amigo, esposo, compañero.

¿Oyes a Satán?

Bailando sobre las cenizas de la luna,
mi blanco es oscuro,
se balancea entre balas,
hace eses con las muelas.

¿Que sus pies rozan el cielo?

Desde este sótano distingo,
con angustioso delirio,
la canción del verdugo,
del amigo
y del esbirro.

¿Saltó o la empujaron?

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Legión

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