Es impresionante
cómo,
a la ridícula distancia
de un breve instante,
tu esencia se lleva
al demonio
que te destituye de tu posición de musa,
desnudándote sobre el vago eco
de mi mí en menor.
Acabo de tener una visión
muy bonita,
en la que todo sale mal
y sin embargo permanece igual.
Llévame al cine
y pega tu mejilla con la mía
en cuanto salgan,
frenéticos,
casi flotando,
los pies de Fred.
Que de poco te sirve
estar rozando el cielo
mientras yo sigo latiendo.
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