Haz la maleta y vámonos lo antes posible. O solo antes de que nos oiga tu padre. No lo empeores, que ya nos ha visto cruzando siempre en ámbar, rozando la amargura, convirtiéndote en lastre.
Pero si viene ese autobús, que nos mate a los dos que te da igual ya el parámetro desde que me dijiste -sin decirme- que te salías de la norma.
No nos quiero más. Déjame creer; que las cosas sin desenlace (fin) no me gustan.
Incapaz ya. Inútil hasta el plomo. Hasta los créditos y hasta el cartílago.
No me gusta pensar en las cosas que quedan por pasar porque las opciones son tan injustas que me recuerdan a mí. Y mira que el nudo y el desarrollo han sido casi imposibles de sobrepasar. Pero debí haber supuesto que el capítulo 12 solo trae parálisis permanentes y cosas malas: es mi favorito.
Me acorralé dentro del títere y no estoy cómoda. No hay nada que me dispense (de). Solo la pena máxima. Hasta la desintegración y más allá. Y sabes que no hay nada más terrorífico que no dejar rastro. Quizá debas darte cuenta ya.
Pero que no cunda el pánico.
Sigue respirando.
No apartes la vista del apagado
fluir
de lo estropeado.
Exponme el alma
que la sombra se perpetúe
y que yo (di)vague
y que me adapte, por favor, al afilado borde de lo que no haces.
Tan solo déjame saborearlo,
todo mientras esperamos a la esdrújula,
a la bilis inundando mis pulmones,
a la pirueta convirtiéndose en giro.
Tecleo al ritmo de Chopin.
Aunque el placer, y el privilegio, son míos. En el fondo.
Exit.
Pero si viene ese autobús, que nos mate a los dos que te da igual ya el parámetro desde que me dijiste -sin decirme- que te salías de la norma.
No nos quiero más. Déjame creer; que las cosas sin desenlace (fin) no me gustan.
Incapaz ya. Inútil hasta el plomo. Hasta los créditos y hasta el cartílago.
No me gusta pensar en las cosas que quedan por pasar porque las opciones son tan injustas que me recuerdan a mí. Y mira que el nudo y el desarrollo han sido casi imposibles de sobrepasar. Pero debí haber supuesto que el capítulo 12 solo trae parálisis permanentes y cosas malas: es mi favorito.
Me acorralé dentro del títere y no estoy cómoda. No hay nada que me dispense (de). Solo la pena máxima. Hasta la desintegración y más allá. Y sabes que no hay nada más terrorífico que no dejar rastro. Quizá debas darte cuenta ya.
Pero que no cunda el pánico.
Sigue respirando.
No apartes la vista del apagado
fluir
de lo estropeado.
Exponme el alma
que la sombra se perpetúe
y que yo (di)vague
y que me adapte, por favor, al afilado borde de lo que no haces.
Tan solo déjame saborearlo,
todo mientras esperamos a la esdrújula,
a la bilis inundando mis pulmones,
a la pirueta convirtiéndose en giro.
Tecleo al ritmo de Chopin.
Aunque el placer, y el privilegio, son míos. En el fondo.
Exit.
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