Otra vez.
Recaída.
No os asustéis; pues es el mismo ciclo de siempre.
Esa botella me está invocando. No tiene buena pinta.
Delirium tremens, lo llaman.
Quizá es delirio lo que consume
aquello que las llamas protegen.
No sé.
Todo es posible.
El otro día descubrí que las dimensiones se disuelven unas con otras.
Que colisionan.
Como el esperado ocaso de Andrómeda y Vía Láctea.
Sinapsis.
La etimología no escatima en raíces
aunque las mías no llegan muy profundo.
Mis hojas se caen,
se dejan secuestrar por el ladrón viento.
Y amanecen en prados lejanos a su seno,
mientras otra deciden seguir meciéndose en brisas verpertinas.
Del esperado paso
de la luz
al vacío.
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