Tú, que supiste sangrar conmigo,
ya solo rehúyes mis incisiones.
Las luces que se apagan siguen brillando;
por su ausencia.
Yacer plácidamente ya no es
la pesadilla que solía ser.
Ahora quema, ahora duele,
solo vuela y se aleja.
Antes era, ahora fue.
Dime cuántas veces he de perder la vida
para poder morir.
Quizá si corro muy rápido
yo también pueda volar.
Quizá si vuelo muy alto,
yo también pueda escapar.
El telón se ha caído,
y ya no volverá a subir.
No me importa si duele,
me importa si olvido.
Pues los tesoros que se pierden,
desaparecen en el tiempo.
Pues todo perdura en el papel
de aquel que lo interpreta.
Pues las letras bailan,
y las llamas queman versos.
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