Creo que nunca me había expresado más poéticamente que sonriendo de dolor.
O llorando por la propia poesía.
Los sentimientos positivos no fomentan la producción de acetilcolina.
La felicidad no atrae a las musas; dicho de forma más abstracta.
De hecho, el masoquismo, el propio desencanto con el mundo circundante en todas sus facetas es lo que más magnetismo crea entre tu sinapsis y tus deidades.
La inspiración es una hormona.
¿Es tan diferente? De una prisión sin barrotes la vida en cursiva sin distracción posible ante el azote del deber, del seguir. Sentencia sin término y luz sin incendio este fuego quema, invisible y sin llamas efímero y enfermo. No me quisiste al principio, yo tampoco al final pero el tiempo nos maldijo y no fuimos quien de olvidar el susurro mortal de tu piel contra mi sed. La redención del inocente que patada tras patada, escondido llora sin prisa, sin demora. Nunca escapará tu voz de este estruendo la mía te sigue sin mirar atrás hacia la elegía de nuestro duelo. No me quisiste al principio, yo tampoco al final pero el tiempo nos maldijo y no fuimos quien de olvidar el susurro mortal de tu piel contra mi sed.
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