Ir al contenido principal

Legión

Nadie navega por la calma del otro,
del movimiento nacen las tormentas,
estremecimiento irresistible
de la misma tierra que domina tus pasos.

Ego sum bellum!

Nadie sabe a lo que se enfrenta,
y sin más, emprenden cálidas idas
que terminan
en gélidas venidas.

Ego sum bellum!

Nadie puede verte subir
si su propio ascenso 
es la neblina misma
que cubre sus ojos.

Ego sum bellum!

Nadie desafía a la misma muerte
que robará de tus labios
tibio suspiro,
término de una vida fatal.

Ego sum bellum! 
Porque mis células,
ya no están en tus células.
Y tus dedos
nunca han tocado mi sed.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Spanish leather

Mi aliento quema como la ira del volcán. El ruiseñor acude a la llamada de las ramas, mientras la vida irrumpe rompiendo las cáscaras. (Cielo, cielo, dime por qué lloras. Cielo, cielo, dime por qué lloras). Mis ojos fluyen como frías cascadas. Ese día me pediste mi muñeca y me la devolviste meses después, como nueva, pero sin alma. (Fuego, fuego, dime por qué la quemas. Fuego, fuego, dime por qué no arde). Mi aliento quema como la ira del volcán.

Ópalo

Mi mera existencia es una involución para la especie. Soy el sujeto débil del que habla Darwin.  Si os hablase de mi suerte, la pasión de Juana de Arco os parecería cosa de niños; siempre me caigo y cada vez peor. La irregularidad de los terrenos por los que me muevo me está dejando sin pies y los suelos solo los siento con la cara. Siempre me topo con lo que no quiero ver.  Delante de mis narices, pasando desapercibido e inequívoco, trazándose sobre la única trayectoria en la que no se me ocurrió pensar.  Las tangentes se me dan mal así que de nuevo, siempre me escapo mal. Condenada, como Ícaro, a quemarme como fin. A subir para bajar. Y, del mismo modo que la lluvia fue creada para caer,  tú has nacido para matarme, y yo para morir. Quizá ella conduzca.