Nadie navega por la calma del otro,
del movimiento nacen las tormentas,
estremecimiento irresistible
de la misma tierra que domina tus pasos.
Ego sum bellum!
Nadie sabe a lo que se enfrenta,
y sin más, emprenden cálidas idas
que terminan
en gélidas venidas.
Ego sum bellum!
Nadie puede verte subir
si su propio ascenso
es la neblina misma
que cubre sus ojos.
Ego sum bellum!
Nadie desafía a la misma muerte
que robará de tus labios
tibio suspiro,
término de una vida fatal.
Ego sum bellum!
Porque mis células,
ya no están en tus células.
Y tus dedos
nunca han tocado mi sed.
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