He sangrado en este suelo.
He sangrado en este suelo.
He sido cuchillo,
cristal
y tijeras
pero también gasa,
tintura de iodo
y punto de aproximación.
Para ti todas las flores,
las mullidas y las que crujen
cuando
sin hacer mucho ruido
te dejas caer de espaldas
justo donde no debes.
Más veces de las que recuerdo
me he obligado a interponerme
entre tú
y el lacerante filo que te separa de saber lo que no quieres oír.
Te he curado en esta cama.
Te he curado en esta cama.
Con media veintena de años
deduje que era un volcán,
de los que explotan por todas partes
desdibujando lo que es en sí,
eliminando todo rastro de vida circundante.
Es como trazar una línea tosiendo,
partes de mí han vuelto
y otras se tuercen
decididas a abandonar esta tangente
que solo conduce a tu fuerte
vacío,
solitario.
Inerte.
Ojalá pudieras verte
como yo te veo,
como tú te sientes
cada vez que tus párpados abandonan
esta órbita estupefaciente.
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