Ir al contenido principal

Carta a mí misma.

Te voy a querer siempre,
aunque no vuelvas a estar.

Vas a caerte mil veces más,
y el suelo que todos desprecian, se volverá tu casa. Tu casa que todos pisan, escupiendo al templo en el que habitas.
Pero es aquí abajo donde las sábanas huelen a ti, donde entre cada gotita de sangre hay una frase tuya, donde te materilizas abrazándome por la espalda.

Quiero pensar que nunca tendré miedo de sentir y de actuar en consecuencia, que mi discurso no será incompatible con mirar debajo de tus pómulos.
Lo que sí sé que va a ser imposible es salir de este laberinto mientras me siga enamorando de cada minotauro que me cruzo. Pero tampoco te tortures, es inevitable ver belleza en lo roto cuando uno mismo está hecho añicos.

Estas edades son así, desde los 11 hasta los 89 pasa todo lo malo. Cotizaré durante seis décadas más de sufrimiento si me prometes que no te estás equivocando. Que no vas a volver cuando mis paredes empiecen a edificarse desde las baldosas donde te conocí.

Te voy a querer siempre,
aunque me hayas dejado sola,
aunque todo lo que ha quedado de ti sea este frasco verde que pide a gritos bajar por mi garganta.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ego sum mors.

¿Es tan diferente?  De una prisión sin barrotes la vida en cursiva sin distracción posible ante el azote del deber, del seguir. Sentencia sin término  y luz sin incendio este fuego quema,  invisible y sin llamas efímero y enfermo. No me quisiste al principio, yo tampoco al final pero el tiempo nos maldijo y no fuimos quien de olvidar el susurro mortal de tu piel contra mi sed.  La redención del inocente que patada tras patada, escondido llora sin prisa, sin demora. Nunca escapará tu voz de este estruendo la mía te sigue sin mirar atrás hacia la elegía de nuestro duelo. No me quisiste al principio, yo tampoco al final pero el tiempo nos maldijo y no fuimos quien de olvidar el susurro mortal de tu piel contra mi sed. 

Legión

Nadie navega por la calma del otro, del movimiento nacen las tormentas, estremecimiento irresistible de la misma tierra que domina tus pasos. Ego sum bellum! Nadie sabe a lo que se enfrenta, y sin más, emprenden cálidas idas que terminan en gélidas venidas. Ego sum bellum! Nadie puede verte subir si su propio ascenso  es la neblina misma que cubre sus ojos. Ego sum bellum! Nadie desafía a la misma muerte que robará de tus labios tibio suspiro, término de una vida fatal. Ego sum bellum!  Porque mis células, ya no están en tus células. Y tus dedos nunca han tocado mi sed.

Pólvora y traición.

Si es que, por más que intente evitarlo, la cosa va de dagas. Llevo demasiado abrazándome y ya sabéis que contenerse es siempre un error. Pero de todas formas equivocarme es lo único que sé hacer. Se dice "painting" porque arrancarse trocitos de alma y dejarlos pegados en tela o papel duele más que tú alejándote. Y eso que cada vez tardas más en volver. Aunque luego, siempre acabas trepando por mis trenzas y te encargas de aclimatar mi atmósfera. Supongo que todo ese sufrir adquiere sentido. Cáptame por partes, como a un hematoma que ya amarillea, pero no te sulfures que tampoco quiero verte arder. Te digo que estoy perdiendo el sur. Y crear también es una pésima idea porque creo que ya no sé. Solo sé retorcer palabras hasta que, sin ánimo de evitarlo, consigo que lo digan todo sin que tú te enteres. Ojalá supieras quién eres. Ojalá supiera quién soy. ¿Te imaginas encontrarte entre el mar de nubes? Imagínatelo también por mí. Puede que esta noche te deje ir.