Y bajé por la ruta más fría
y llamé al diablo por su nombre.
Y me mostró amor
y me cogió de la mano
y me juró que nada volvería a ser lo mismo.
"Antes de que te vayas,
sabrás y sufrirás el infierno que queda por pagar".
Caminando de vuelta,
decidí girarme.
Y allí estaba
y me sonreía mientras,
a paso lento,
se alejaba.
No volvió a rozarme más que tormento.
Y grité.
Y la respuesta a mi queja se deslizó por las paredes.
"Hijo, soy el padre de las mentiras,
y caí,
desterrado.
Pero nadie dijo que cayese solo".
Y mis pies dejaron de rozar el suelo.
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