Ser una buena actriz es algo bastante útil. Ser bonita también lo es. Si eres actriz y la más bonita del mundo, a la vez que mereces un Nobel y un par de galardones sociales, mejor y peor.
Protagonizar las primeras escenas sexuales en el mundillo del cine es de esas cosas que deberías poner en el currículum, aunque nunca sabes exactamente en qué parte; nunca debajo de lo de: "encarné el primer orgasmo femenino del séptimo arte". A ver si se van a pensar lo que no es.
Situarlo debajo de ciertos hallazgos científicos de mediados del siglo pasado -que estás utilizando ahora mismo- puede quedar un tanto pedante; sin embargo, lo de descubrir los espectros ensanchados por saltos de frecuencia y cumplir los dictámenes de Tesla, es algo que debería destacarse de alguna manera.
En vez de currículum, mejor hago autobiografía.
Aunque publicar mis cosas bajo el nombre del colega este, nunca más; pero entendedlo, el hombre blanco debía saber lo que yo sabía. Luego una quiere reconocimientos y son difíciles de conseguir.
Hablando de hombres blancos, nunca os caséis con un nazi. Son aburridos en la cama y tienes que acabar drogando al servicio para poder irte del continente en un barco en el que a duras penas cabes.
Cualquier mujer puede ser glamurosa, lo único que tiene que hacer es quedarse quieta y parecer estúpida.
Hedy Lamarr, el orgasmo del cine que inventó el wifi.
Y el bluetooth.
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