Es, cuanto menos, odioso que toda tu vida se resuma en las mismas, caóticas y pequeñas catástrofes psíquicas. Y digo "psíquicas", por no decir "ajenas". Odioso porque, simple y llanamente, a la mínima que ofreces una mano, una relativa minoría reducida de lobos devoran tu brazo. Transformando tu propia confianza en meras cenizas. Y, odioso también porque, ante el menor símbolo de alarma, aparece una nueva odisea de la que tienes que defenderte. Sino es por A, es por B. Por desgracia, yo ya he llegado a mi Z.
Hombre lobo hombre.